Discos favoritos de 2022
Un repaso a los sonidos del año en veinticinco álbumes: microgéneros, polinización cruzada y triunfales irrupciones IRL.
Hay tradiciones de fin de año que conservamos sin pereza. Entre ellas la que más gusto nos da es cerrar la gestión compartiendo un repaso de nuestros lanzamientos favoritos.
Como es habitual, en este post nos enfocamos en los discos internacionales. La revisión de la música iberoamericana y nuestras canciones favoritas de 2022 serán publicadas el 27 y el 29 de diciembre. ¡No olviden suscribirse para recibirlas directamente y en exclusiva!
25. mizuirono_inu - Tokyo Virus Love Story
24. Curta’n Wall - Crocodile Moat!!!!!!!
23. Police and Pea - I want an authentic tail
22. Bill Orcutt - Music for four guitars
21. Sudan Archives - Natural Brown Prom Queen
20. Utada Hikaru - Bad Mode
19. Diamanda Galás - Broken Gargoyles
18. Ariel Zetina - Cyclorama
17. Kee Avil - Crease
16. The Ephemeron Loop - Psychonautic Escapism
15. Ghais Guevara - There will be no super-slave
14. Black Dresses - Forget your own face
13. DJ Travella - Mr. Mixondo
12. Alvvays - Blue Rev
11. Government - Prepare thyself to deal with treacle
10. Angel Olsen - Big Time
9. Mary Halvorson - Amaryllis/Belladonna
8. Carl Stone - Wat Dong Moon Lek
7. Voice Actor - Sent from my Telephone
6. Quadeca - I didn’t mean to haunt you
5. death’s dynamic shroud - Darklife
4. The Garden - HORSESHIT ON ROUTE 66
3. Billy Woods - Aethiopes
2. Black Country, New Road - Ants From Up There
1. Bladee & Ecco2k - Crest
En los últimos doce meses microgéneros como el plugg, digicore o HexD, que llevaban un par de años en incubación, se aceleraron en dos direcciones: irrumpiendo IRL desde sus nichos online y colisionando con cepas musicales afines aunque algo más consolidadas (vapor, hyperpop, cloud rap y trap).
Por algo este fue el año de la consagración de unas escenas genuinamente post-pandemicas, en el sentido que involucraron el debut en vivo de artistas y públicos que hasta 2020 habían restringido su actividad a espacios online por temas de edad o recursos. También fue el año en que TikTok exaltó a insólitos niveles de popularidad remixes casi nightcore — perpetrados con métodos que en el mundillo de las galerías de arte se denominaría plunderphonics y extravagantes en su capacidad de explotar y dejarse engullir por los algoritmos — y uno que otro meme sonoro. Ambos fenómenos son la evidencia del roce mainstream de unas músicas que apenas cinco años atrás estaban alojadas en el borde sangrante de la experiencia online, pensadas para el deleite de diminutas comunidades de geeks conectados por Discord, foros anónimos y SoundCloud. Hoy no ha de extrañarnos encontrar esas señas sonoras en Radio Disney.
En cuanto a las transformaciones musicales de estos géneros, a menudo fundamentalistas en el rigor con el que intentan mantener el apego a sus léxicos más ortodoxos, se hizo inevitable la polinización cruzada una vez las fronteras de las comunidades online fueron vulneradas. Así encontramos a Bladee, Ecco2k, The Garden, death’s dynamic shroud o Quadeca, moviéndose en un registro que cruza hyperpop, cloud rap, pop electrónico, noise, ambient, hardcore y hasta post-rock. Todos parte del top de una lista en la que aparece también billy woods, confirmando una década de notable e infravalorada actividad en el hip hop underground, y Black Country, New Road, conjunto británico que nos entregó una declaración artística mayor, si no la primera la más elocuente manifestación de angustia existencial centennial. Una sensación de frustración, agotamiento y desazón, por cierto, generalizada a otros géneros, edades y ámbitos. No en vano I didn’t mean to haunt you utiliza como su metáfora movilizadora el retorno del fantasma de un suicidado, siendo la de emo rap una de las etiquetas a las que recurren con frecuencia varios de los artistas aquí incluidos. Esto por no hablar de artistas iberoamericanos como Nicolás y los fumadores, Niños del Cerro o Carolina Durante, conectados por exploraciones de ese poso generacional.
Una última característica que emerge en esta revisión es la apuesta por la ‘gran obra’. A contramano de la folk wisdom que lleva intentando finiquitar la forma disco desde hace al menos media década, entre lo más destacado del 2022 hay numerosos proyectos pensados como álbumes. Secuenciados, conceptuales, elevados siguiendo una arquitectura que pierde sentido desde la lógica del single o la playlist. Sin duda se percibe en los diseños de Darklife, Prepare thyself to deal with treacle o Sent from my telephone, al margen de los arriba citados Quadeca y BC,NR.
Quizás esa entidad no es el aspecto más obvio de Crest, que recopila una prolongada colaboración entre Bladee y Ecco2k, grabada hace dos septiembres, poniendo el colofón simbólico a un periodo de futurismo pesimista y emocionalidad adolescente. El proyecto hace honor a su encarnación inicial como Remote Utopias, ofreciendo una obra de inmediatez y abstracción, de premonición y transiciones, de nihilismo y liberación. En el que es su punto más alto, el caos y la belleza de “5 star crest (4 Vattenrum)”, Bladee y Ecco2k despliegan un panegírico a la memoria de un camarada caído, que se escucha como sumergirse en un agujero de gusano que cruza lo mejor de la internet music del último par de años. Un magnífico friso en el edificio que ambos han levantado. El esperado registro fonográfico de una colaboración con la que estos dos miembros del colectivo Drain Gang cimientan su estatus e influencia, que se extiende a Iberoamérica en la forma de la Rip Gang argentina o #LosKillaos en España, por no mencionar los cientos de content creators que se ven inspirados por estos músicos suecos y ya han comenzado a agitar nuevas fronteras sonoras y temáticas.